Bangkok: mucho blablablá y pocos resultados


Las negociaciones sobre el instrumento que reemplazará o revitalizará al Protocolo de Kyoto siguen estancadas. En la reunión de Bangkok no hubo avances significativos, salvo los anuncios de los Estados Unidos y otros países desarrollados, de que podrían reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2050.

Y es que las delegaciones trabajan más en la forma, en la redacción de los textos, que en el fondo, como lo demuestra el hecho de que en los temas principales no se alcanza un acuerdo político. Por el contrario, hay momentos en que hasta parece que van en reversa.

Los temas controversiales siguen siendo los de siempre: los niveles de compromiso de reducción de los países; la discusión sobre si continúa el Protocolo de Kyoto o se crea uno nuevo (al que algunos ya pusieron nombre: Acuerdo de Copenhague); el financiamiento y la transferencia de tecnología, en especial acerca de quién debería pagar la cuenta.

Pero quien no pierde el optimismo es el secretario ejecutivo de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, Yvo de Boer, quien considera que sí hay progresos, aunque hace falta el impulso de los líderes mundiales para convertirlo en una realidad clara.

"Hay una sensación general de que se requiere el respaldo de los líderes políticos al más alto nivel para llegar a un resultado", dijo De Boer al hablar sobre los trabajos que realizan los negociadores de 180 países en Bangkok, donde buscan elaborar un documento que pudiera ser clave para alcanzar un acuerdo internacional en la cumbre climática de Copenague, en diciembre.

La mayoría de los países está de acuerdo en que deben reducirse drásticamente las emisiones de dióxido de carbono para prevenir una catástrofe, pero los puntos polémicos radican en la manera de compartir esa tarea y sobre quién debe pagar la factura.

La realidad es que no se ve un avance en las cuestiones políticas... Los negociadores necesitan de esa voluntad política, ya no pueden seguir haciendo su trabajo basados solamente en la buena fe, aseguró el funcionario de la ONU.

Así, a partir de ahora las negociaciones entran a tiempos extras y sólo quedan cinco días de sesiones de negociación en Barcelona, España, en noviembre.

Tan difícil se ve la situación, que el primer ministro danés, Lars Loekke Rasmussen, y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, han manifestado su disposición de "ayudar a los líderes a avanzar en el proceso”, confió De Boer.
Y para afianzar su fama de optimista, cuando le preguntaron si todavía era posible trabajar en los detalles técnicos en un proyecto antes de la conferencia de diciembre, De Boer respondió: "Creo que tenemos tiempo suficiente".

Como el final de la reunión se acercaba, algunos delegados trataban de finalizar sus trabajos antes de que iniciaran la sesión plenaria de clausura.

Al final del día, varios grupos habían terminado, aunque en algunos las
divergencias eran más evidentes que en otros. Y si bien muchos aseguran que será necesario trabajar más para llegar a un acuerdo, lo cierto es que la mayoría ha manifestado sorpresa por las nuevas divisiones, que han llevado a pensar que ha habido un retroceso en las negociaciones.

En este mar de confusión, el anuncio hecho por el gobierno de Noruega de reducir sus niveles de emisiones entre 30 y 40 por ciento hacia el año 2020 pasó desapercibido.

Es viernes y ya nadie quiere hablar de Bangkok; todos piensan en Barcelona y muchos más en Copenague.

Hoy todos se quejan de los “trabajos informales”, porque si el trabajo es informal, los resultados serán informales. Además, hay tantos grupos que pocos países pueden cubrir todos los temas. Sin embargo, nadie parece querer cambiar el método de trabajo en Barcelona, así que ya se habla de que tampoco debemos esperar grandes resultados.

Queda, entonces, la reflexión de un delegado: "con la voluntad política de nuestros países, te sorprendería cuán rápido pueden suceder las cosas”.

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