Supera predicciones el avance del cambio climático: PNUD

El ritmo y la escala del cambio climático podrían estar superando las predicciones más deliberadas del último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (Intergovernmental Panel of Climate Change (IPCC).

Un análisis de los últimos informes científicos indica que muchas de las predicciones en el extremo superior de los pronósticos del IPCC se vuelven cada vez más probables.

Mientras tanto, los recién publicados señalamientos científicos apuntan hacia ciertos eventos, que se cree ocurrieron en horizontes cronológicos de plazos mayores, como ocurre actualmente o que están pronosticados para ocurrir mucho antes de lo que se pensaba.

En Europa, incluyen la aceleración del derretimiento de los glaciares en los Alpes y los Pirineos, la diseminación norte de las condiciones áridas en el Mediterráneo y las plantas europeas moviéndose a altitudes mayores.

Los investigadores se preocupan cada vez más por la acidificación de los océanos vinculada con la absorción de dióxido de carbono en el agua de mar y el impacto en los crustáceos y arrecifes coralinos.

El agua puede corroer el aragonito, una sustancia que produce las conchas. Esto pasa actualmente a lo largo de la costa de California, varias décadas antes de lo que predijeron los modelos.

Las pérdidas de los glaciares, mantos de hielo y regiones polares están ocurriendo más rápido en Groenlandia, donde recientemente se ha registrado que el manto de hielo se derrite a tasas aproximadamente 60 por ciento más rápidas que en 1998.

Algunos científicos advierten que los niveles del mar podrían elevarse hasta dos metros para el año 2100 y de cinco a diez veces más durante las siguientes décadas.

También hay una preocupación creciente entre algunos científicos porque los umbrales o puntos de inflexión podrían alcanzarse en unas cuantas décadas, incluyendo cambios dramáticos al verano de monzón indio, los monzones del Sahara y África Occidental y los que afectan ecosistemas críticos como el bosque tropical lluvioso del Amazonas.

El informe también resalta la preocupación de los científicos sobre los impactos dañinos y tal vez irreversibles que experimenta el planeta como resultado de la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera.

Las pérdidas de bosques tropicales y glaciares montañosos templados probablemente afectan al 20 ó 25 por ciento de la población humana en términos de agua potable, irrigación y energía hidráulica.

Los cambios en el ciclo hidrológico resultan en la desaparición de los climas regionales con las pérdidas relacionadas de los ecosistemas, especies y la extensión de las tierras áridas en dirección norte y sur.

Estudios recientes sugieren que aún podría ser posible evitar los impactos más catastróficos del cambio climático, pero sólo si se actúa de forma inmediata, cohesiva y decisiva, para cortar emisiones y ayudar a los países vulnerables a adaptarse.

Estos son algunos hallazgos realizados en el informe publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), titulado “Compendio 2009 de la Ciencia del Cambio Climático”.

El informe, compilado en asociación con científicos de todo el mundo, se publica a tan sólo 80 días de que inicie la Cumbre de las Naciones Unidas sobre cambio climático, en Copenague, Dinamarca.

En el prólogo al documento, Ban Ki-moon, el Secretario General de las Naciones Unidas, quien esta semana fue el anfitrión de los jefes de estado reunidos en Nueva York, escribe, “Este Compendio sobre la Ciencia del Cambio Climático es una señal de alarma. El momento de dudar cesó”.

“El mundo tiene que darse cuenta que el momento para actuar es ahora y debemos trabajar juntos para resolver este desafío monumental. Este es el desafío moral de nuestra generación.”

El Compendio examina aproximadamente 400 importantes contribuciones científicas para nuestro entendimiento sobre los Sistemas de la Tierra y el cambio climático que han sido publicadas a través de bibliografía especializada examinada por colegas o proveniente de instituciones de investigación, durante los últimos tres años.

Las observaciones y desarrollos científicos documentados desde el Cuarto Informe de Evaluación del IPCC en 2007 incluyen:


LATINOAMÉRICA

La potencial muerte regresiva de los bosques amazónicos dentro de los próximos 50 años es visto como un “punto de inflexión” potencial resultante de una subida en la temperatura promedio de superficie entre tres y cuatro grados centígrados.

Las tendencias actuales en emisiones de dióxido de carbono probablemente conlleven a un cambio irreversible en las condiciones al oriente de Sudamérica (principalmente el noreste de Brasil) hasta a un aumento del 10 por ciento en aridez durante la estación seca.

El análisis reciente de las imágenes fotográficas de los glaciares al noreste de la Patagonia ha revelado que retrocedieron drásticamente entre 1912 y 2002. El calentamiento y la aridez significativa de la región han sido vinculados con una reducción del flujo este de los Andes, lo cual señaliza impactos futuros significativos para la región, provenientes de tendencias continuadas de calentamiento.

Un nuevo análisis ha sugerido que aún en los escenarios con emisiones de gas de efecto invernadero relativamente bajos, las regiones incluyendo Centroamérica y los Andes probablemente experimentarán una rotación de especies (desapareciendo o colonizando) de más de 90 por ciento. Sugiere que el conjunto de plantas y animales en estas áreas no se parecerán mucho a las plantas de hoy.

Los bosques nubosos del flanco andino del Amazonas, entre 1500 m y 3000 m de elevación, podrían contarse entre los “climas que están desapareciendo” debido a la elevación de los niveles de las nubes con temperaturas más altas, lo cual amenaza un área de excepcionar biodiversidad. Las especies endémicas que se adaptaron a altitudes mayores serán especialmente vulnerables.

El compendio también documenta una cantidad de anomalías climáticas significativas recientes para Latinoamérica, incluyendo:

En abril de 2009, el nororiente de Brasil sufrió la precipitación pluvial más fuerte de los últimos 20 años, lo cual ocasionó inundaciones y deslizamientos de tierra que obligaron a más de 186 mil personas abandonar sus hogares.

Algunas regiones en Argentina, Paraguay, Uruguay y Chile sufrieron su peor sequía en más de 50 años durante el año 2008. Ecuador sufrió su peor inundación en febrero de 2008. México sufrió su peor sequía en los últimos 50 años, durante 2009.

Los estados sureños de Brasil, especialmente Santa Catarina, sufrieron una precipitación pluvial excepcionalmente fuerte durante noviembre de 2008, y la misma afectó a aproximadamente 1.5 millones de personas.


GLOBAL:

El crecimiento en las emisiones de dióxido de carbono de la energía y la industria ha excedido hasta el escenario que considera un mayor uso de combustible fósil desarrollado por el IPCC a finales de la década de los noventa. Las emisiones globales estaban creciendo en 1.1 por ciento cada año a desde 1990 hasta 1999 y esto se aceleró a 3.5 por ciento anual desde 2000 hasta 2007.

El crecimiento de la economía global a principios del siglo XXI y un aumento en su intensidad carbono (emisiones por unidad de crecimiento), combinado con una disminución en la capacidad de los ecosistemas en tierra y los océanos para actuar como “sumideros” de carbono, han conllevado a un aumento rápido en las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera. Esto ha contribuido a impactos que más prontos que los esperados, incluyendo un aumento más rápido en el nivel del mar, la acidificación de los océanos, el derretido de hielo en el mar Ártico, el calentamiento de las masas terrestres polares, el enfriamiento de las corrientes del océano y los cambios en los patrones de circulación de los océanos y la atmósfera.

El aumento observado en las concentraciones de gases de efecto invernadero que están elevando la preocupación entre algunos científicos que pudiese ocurrir calentamiento de entre 1.4 y 4.3 grados Centígrados sobre las temperaturas de la superficie. Esto excede el rango entre 1 y 3 grados percibidos como el umbral para muchos “puntos de inflexiones”, incluyendo el fin del verano del hielo de mar Ártico y el derretimiento eventual de los glaciares del Himalaya y el manto de hielo del Groenlandia.

En 2007, el hielo de verano del mar en el Océano Ártico se encogió a su alcance más pequeño, 24 por ciento menos que el record anterior en el año 2005, y 34 por ciento menos que el alcance máximo promedio en el periodo 1970-2000. En 2008, el alcance mínimo del hielo era nueve por ciento mayores que en el año 2007, sin embargo, continúa siendo el segundo más bajo registrado.

Hasta el verano de 2007, la mayoría de los modelos proyectaron un septiembre libre de hielo para el Océano Ártico hacia finales del presente siglo. La reconsideración basada en las tendencias actuales ha conllevado a especular que esto podría ocurrir tan pronto como en 2030.
Hallazgos recientes demuestran que el calentamiento se extiende hasta el sur de la Península Antártica, para cubrir la mayor parte del Oeste Antártico, un área de calentamiento mayor que aquella informada previamente.
El agujero en la capa de ozono ha tenido un efecto enfriador en la Antártica, y es parcialmente responsable por enmascarar el calentamiento esperado en el continente. La recuperación del ozono de la estratósfera, gracias a la eliminación gradual de las sustancias que agotan la capa de ozono, proyecta aumentar las temperaturas antárticas en las décadas venideras.
Los estimados recientes del impacto combinado de derretimiento de hierro terrestre y la expansión térmica de los océanos sugiere un aumento promedio verosímil del nivel del mar entre 0.8 y 2.0 metros sobre el nivel de 1990 para el 2100. Esto se compara con un aumento proyectado entre 18 y 59 centímetros en el último informe IPCC, que no incluyó un estimado de cambios a gran escala en las tasas de derretimiento del hielo, debido a una falta de conciencia.
Bajo el escenario de IPCC que se equipara más estrechamente con las tendencias actuales, es decir, con las más altas emisiones proyectadas, entre el 12 y 39 por ciento de la superficie de la Tierra podría experimentar condiciones climáticas previamente desconocidas para 2100.
Una proporción similar, entre 10 y 48 por ciento, verán desaparecer los climas existentes. La mayoría de estos “climas que desaparecerán” coinciden con los puntos calientes de biodiversidad y con el problema adicional de hábitat fragmentados y las obstrucciones físicas para la migración; el temor es que muchas especies lucharán por adaptarse a las nuevas condiciones.

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