Los proyectos que nos quieren imponer

Por Mónica Pérez Taylor
¿Qué razones que hay para rechazar El Zapotillo? ¿Cuál será la “trascendencia” que brindará esta presa?
El Zapotillo es una presa de trasvase. El trasvasar de una cuenca a otra causa daño irreversible a los ecosistemas. En la Unión Europea, desde el 2000, se prohibieron los trasvases del río Ebro y no ha habido otro más en toda la UE.
En el río Loire se desmantelan las presas desde el 2003: el día que dinamitaron la primera de las cortinas se reunieron miles de franceses en la ribera a celebrar por la liberación de su emblemático río.
Desde 1994 ninguna megapresa se ha vuelto a construir en los Estados Unidos. Daniel P. Beard, entonces director del Bureau of Reclamation, la institución norteamericana más prestigiosa en materia de planificación y gestión hidráulica, durante la reunión de la Comisión Internacional de Grandes Represas en Durban, Sudáfrica, decretó "El fin de la era de las grandes represas".
La razón de peso fue económica. En su histórico discurso aceptó: “…ahora nos hemos dado cuenta de que los costes de construcción y operatividad de proyectos de gran envergadura no pueden recuperarse”.

Admitió: “…con el tiempo, nuestra experiencia práctica nos ha dado una visión más clara sobre los impactos medioambientales de los proyectos de gran envergadura que desarrollamos. Fuimos lentos en reconocer estos problemas y aún estamos aprendiendo cuán agresivos son y cómo corregirlos…También nos hemos dado cuenta de que existen diferentes alternativas para solucionar los problemas de uso de agua, que no implican necesariamente la construcción de presas. Las alternativas no estructurales son a menudo menos costosas de llevar a cabo y pueden tener un menor impacto ambiental…”. Se decretó el agotamiento del modelo de desarrollo hidráulico en los Estados Unidos que había imperado durante un siglo y se sustituyó con nuevas tecnologías. (El libro del Agua, Expo Zaragoza 2008, Editorial Debate).
El BID y el BM financian grandes represas en países en vías de desarrollo a pesar de que han aceptado que las presas, en vastas regiones de la India, son las que han propiciado el subdesarrollo. Lo asegura Vandanna Shiva, Premio Goldman: “el BM decide cuáles regiones se desarrollan y cuáles aniquilan”.
La industria de la construcción de presas entró en decadencia en los países desarrollados hace más de tres lustros y es exportada al tercer Mundo con el subterfugio de ayuda al desarrollo. Lo mismo ocurre con la exportación de plaguicidas prohibidos, de armamento anticuado, aviones decrépitos, coches chatarra, alimentos caducos y etcétera.
Pues bien, no veo los beneficios de El Zapotillo para Jalisco, más que los de Guanajuato, que se lleva toda nuestra mejor agua del río Verde. A los Altos les tocaría su parte tomándola del acueducto, a través de un cárcamo, por medio de pipas. Así, los alteños tendrían agua cara y contaminada. Para la zona conurbada de Guadalajara, lo que nos corresponde del Verde, será primero aprovechada en León, cómodamente desde sus grifos en sus hogares e industrias, y serán aguas residuales tratadas y enviadas por el río Turbio al lago de Chapala las que aprovecharíamos. ¿Le parece justo?
El Zapotillo es un robo de agua, un negocio político para quienes sueñan hacerse ricos y ya se han hecho de tierras alrededor del hipotético embalse. Entre ellos el diputado federal electo sobrino del Cardenal, el yunquista José Luis Íñiguez, mismo que amenazó a los directivos y empleados del Diario de Los Altos, entre ellos mi amigo cronista y periodista Miguel Ángel Casillas, quien fue despedido de su trabajo, pues como alteño, tomó partido por sus paisanos. También al Padre Gabriel Espinoza lo cambiaron de parroquia, pues se había convertido en un líder de su comunidad en contra de la presa.
Rechazo, enfáticamente, el tal progreso si éste se sustenta en una componenda política, en el despojo, desalojo y represión; en la destrucción de la naturaleza; en la censura a la libertad de expresión; en la desaparición de culturas tan antiguas y en destruirles la vida a nuestros paisanos sencillos y trabajadores, que se sacrifican como braceros y nos envían sus remesas con las que el país se sostiene. Lejos de permitir que inunden su amado Temaca, les debíamos agradecer apoyando a salvar sus pueblos y sus vidas.
La UNESCO tiene su desideratum: es ideal que ninguna presa inunde pueblos ni se desplacen poblaciones: siempre se deben buscar las mejores alternativas y México ha suscrito estos protocolos.
Con el arrasamiento de Temacapulín desaparecería el legado del místico Padre R. Plascencia. También el Señor de la Peñita que lo inspiró y los jóvenes temacas que dicen sus poemas de memoria a los visitantes. ¿Qué pensarán las decenas de literatos que en Universidades del país y otras como Stanford y Berkeley escriben tesis sobre este poeta, a la par de Sor Juana, de que hay un acuerdo en destruir esta herencia invaluable?
En Temacapulín, le achacan a la presión de la presa y a la tristeza la muerte de tres venerables viejos. Otro señor perdió el habla por la depresión. Las mujeres mayores se han enfermado "de los nervios" -una, dicen, ha perdido la razón- y resisten a base de calmantes. Han sido presas del hostigamiento y engaños de González Márquez, de Luege, de César Coll y sus funcionarios. Su lucha en resistir y defender su pueblo, y a la vez defendernos a todos de la impune destrucción de la naturaleza por la ilusión del "progreso", es admirable y vigorosa y no hay razón para ocultarlo a los lectores. ¿El Zapotillo es trascendental si así lo dicen? ¿Sin ofrecer argumento que lo sostenga y ya?
Todo lo que aquí apunto lo he constatado. Voy cada que puedo a Temaca, en donde doña Isaura Gómez, matriarca y exbracera, me hospeda en su preciosa casa con noria y su parcela bien cultivada, todo lo cual le pretenden catafixiar por una de interés social en un cerro pelón, al lado del tiradero de basura que se quema. Si los valiums no la calman, tiene que venir a darle paz su “hijo ausente”, próspero empresario en Monterrey. La alternativa para el Zapotillo es simple y técnica: si se disminuye la altura de la cortina y se construye un dique, Temaca, Acasico y Palmarejo se salvarían.
Sobre el puente atirantado ¿Es acaso “modernización” talar 800 árboles, destruyendo una biomasa deficitaria e imprescindible en la segunda ciudad más contaminada del país? ¿Es “progreso” acabar con una extensa área verde, deportiva, recreativa y de infiltración acuífera, para construir un puente relumbrante, cuando ya nos ahogamos por la falta de árboles, la raquítica sombra, las extravagancias del clima y el exceso de automóviles y todo para que éstos se embotellen en el siguiente semáforo? ¿Cómo “mejoraría la vida de la comunidad” si se construye este capricho carísimo?
El que los turistas desde el Macrobús vayan a poder tomar fotos limpias de nuestros monumentos y que gracias a todo el equipamiento de este proyecto se “sustituirá la imagen de un provinciano pueblo de tranvías, trolebuses, calandrias y bicicleteros”, la verdad ¡qué lamentable! No celebro la pérdida de lo poco que queda de esa imagen que nos da identidad y es eso, precisamente, lo que la gente defiende al oponerse al Macrobús.
No existe ningún “lamentable vicio de bloquear las buenas iniciativas y obstaculizar todo proyecto de modernización…”, ni las múltiples razones son “pretextos menores”. Es la conciencia ciudadana que no acepta más imposiciones y tanta corrupción, y es el deseo de una democracia real y participativa. Y no es que los usuarios le llamen cariñosamente "Blu" al Macrobús, sino que así lo bautizaron los panistas en vil alusión a su partido por el que ya no votaron.
Hay una nueva visión del agua que crece y permea a nivel global. Gracias a esta noción los gobiernos, junto con las comunidades urbanas y rurales, están tomando las medidas preventivas en torno al control de las inundaciones y del suministro para las poblaciones en el contexto del cambio climático, sobremanera en los grandes centros urbanos. El atraso y la negativa para aplicar las nuevas tecnologías y elaborar una nueva cultura del agua en México son gravísimas, y las acciones que se están tomando, o se dejan de tomar, resultarán catastróficas.
Hace 20 años que la Conagua está en manos de empresarios y políticos yunquistas como Luege y Coll, usando el agua como botín. Ellos nos han llevado a esta circunstancia preocupante ¿Se puede resolver un problema con el mismo nivel de conciencia que lo generó? Einstein aseguró que no.
¿Y cómo está eso de que dejemos trabajar al grupo Guadalajara 2020, que quiere más Macrobús, porque “ellos sí saben”? Fue el ingeniero Enrique Dau Flores y su grupo a quienes les falló el sifón del colector que contribuyó a provocar las explosiones del 22 de abril en 1992. Y en tantos años de ser líderes del desarrollo urbano en Guadalajara, nunca tuvieron voluntad para separar los drenajes, que ahora son nuestra peor pesadilla con las tremendas inundaciones que impiden un verdadero saneamiento. El proyecto de la presa de Arcediano es producto de su ambición.
Existe un movimiento global en contra de las grandes represas y la reunión anual será en Temacapulín en agosto. Recibiremos a los afectados de varios estados del país y de otras partes del mundo. Podrán escucharse las experiencias de primera mano, del sufrimiento humano que causa una presa, de los fraudes en las reubicaciones e indemnizaciones; de la insalubridad y destrucción que asuelan y enferman a comunidades enteras; de la corrupción de las autoridades del agua; del saqueo y despojo de las transnacionales, de los oligarcas y de los caciques; del mito del “progreso”, “modernización”, “desarrollo” y más.
Esto es un choque de visiones. O seguimos el mismo modelo desarrollista a sabiendas que ya no resolverá nada de raíz o promovemos un modelo vanguardista de desarrollo sustentable, ambientalmente adecuado, económicamente viable y socialmente justo, dejando atrás tanto dogma obsoleto.
Juan Villoro dice que “averiguar es peor que saber a medias”, pero vale la pena.

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