Reportero y editor

Los medios de comunicación enfrentan una crisis de periodistas que se dediquen a eso: al periodismo, a ejercer el oficio de informar.
Ejemplo claro es el estado de Guanajuato, donde hay cientos de egresados de las carreras de comunicación que llegan a los medios para recursar en la práctica la materia, enseñarse a redactar con cierta congruencia y empezar a buscar espacios en las muchas dependencias de los gobiernos estatal o municipales, donde meterán una grabadora cuando los funcionarios hagan declaraciones, para después vaciarlas y redactar un boletín.
Y los medios, además, pirateándose los pocos periodistas que se quedan en ellos. En la mesa de redacción, quienes están ahí se la viven tranquilamente, despreocupados, porque saben que no hay quienvenga a empujar para ocupar sus lugares.

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La siguiente consideración es que el director, cuando encuentra un buen reportero, trata de mantenerlo así, antes que "desperdiciarlo" en la mesa de redacción. Y si encuentra un editor o alguien que quiera serlo, tampoco lo va a mover.
Tenemos, entonces, que el director es el freno natural de las inquietudes de reporteros y de editores. Pero ¿porqué no busca que reportero y editor realicen ambas funciones? Simple: generalmente el director no ha desarrollado una carrera periodistica y el aspecto editorial lo delega en sus jefes de redacción y de información, quienes tienen el deber de armarle un buen producto para vender y administrar.
Eso de que hay reporteros que se refugian en la mesa de redacción, creo que son contados los casos (muy contados). De acuerdo a la forma en que se ha manejado, el reportero prefiere seguir siendo reportero toda la vida, antes que encerrarse en la redacción.
Nuevamente, la culpa es del director, que no busca estimular a su personal para que ascienda en el quehacer periodístico. Tan importante es investigar y redactar una información como hacerla atractiva para el lector. La prioridad es el lector y eso debe quedar claro para todos, desde el director hasta el voceador.
El otro punto es que todos debemos empezar a asumirnos como profesionales de la comunicación. Así, sin más.

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Por otra parte ¿se han fijado en la apatía que existe entre los periodistas por capacitarse? Es increíble que, a estas alturas, en las redacciones tengamos que recordar al reportero que debe leer los periódicos.
¿Y qué decir de los recursos electrónicos? Conozco redacciones completas cuyos miembros –mesa de redacción y reporteros- desconocen el manejo de internet.
Y para que los directores no puedan dormir, unapregunta: Ahoraqueingresen a México medios de comunicación extranjeros ¿con qué van a competir?

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La necesidad de hacer mejor las cosas puede obligar a un reportero a convertirse en editor. ¿Por qué dejar en manos de alguien más el cabeceo de la información?
Hace más de tres décadas, cuando comenzaba en el diarismo, atestigüé la entrega de un reconocimiento a un periodista por sus 25 años como reportero en activo de la fuente financiera. Ese día hice un juramento interno: nunca me entregarían un testimonio por 25 años como reportero de alguna fuente.
El dilema al que se enfrenta el periodista es ¿sigo como reportero o me convierto en editor? Cuando has recorrido ambos caminos, sabes que tantas posibilidades tiene uno como el otro, pero ¿por qué no combinar ambas cosas?
Ciertamente, el director que tiene un buen reportero no quiere enviarlo a la mesa de redacción porque sabe que ahí va a terminar su vida productiva. Y, por el contrario, el jefe de redacción que tiene un buen editor no permitirá que lo manden a la calle porque probará las mieles del trabajo diario, del ir de un lado a otro en busca de la noticia, de las ocho columnas que tanto gustan al reportero y porque, irremediablemente, lo perderá.
Uno y otro dirán que un buen reportero no será un buen editor, como tampoco un buen editor será un buen reportero. La experiencia personal me dice lo contrario.
Desde 1978, cuando comencé a alternar la reporteada con la mesa de redacción, mis horizontes se ampliaron. El reportero entendió la visión del editor y trató de que el editor entendiera la visión del reportero.
Al hacer trabajos de investigación (en las pomposas unidades especiales de investigación, como reportero de asuntos especiales o como reportero del director) me disgustaba que cabecearan mal los trabajos y, de plano, los perdieran en la mesa. ¿Solución? ¡Cabecea!
Y, así, comencé a entregar mis trabajos cabeceados, con opciones de elección para el editor, al darle cuatro o cinco secundarias, de las cuales podría prescindir de una o dos.
Pero la batalla apenas comenzaba. Lac abeza ya estaba bien, pero a veces faltaba un buen material fotográfico para ilustrar o, más recientemente, las infografías (gráficas, pues, para que nos entendamos).
Generalmente, quienes hacemos investigación trabajamos solos. Investigamos, reporteamos, entrevistamos, fotografiamos... Siempre solos. Pero a veces hay que cargar con el fotógrafo. Y no es fácil, porque el fotógrafo (que no reportero gráfico) quiere decidir sus tomas ¡y cuidado si tratas de orientarle! Él es el fotógrafo y sabe qué debe tomar. ¡Faltaba más! Pues a sobarle el lomo, a “chancear” con él y a convencerlo de que, además de su toma, que ¡por favor!, te hiciera dos o tres disparos más con las que le sugerías (porque no le puedes ordenar). Y, bueno, entre sus fotos y las mías, ya estaba el material fotografico, pero...
¡Ah! La terrible aduana: la mesa de redacción! Después de pasar por la dirección, por las subdirecciones, por las jefaturas y por los consejos editoriales, tu material debe ser trabajado por el editor.
Para entonces las fotos no estaban junto con el material; había que mandar a hacer gráficas y, como es costumbre en casi todos los medios impresos, editar lo más pronto posible porque –además de esas páginas- hay que hacer 25 más… y la noche es corta. Resultado: una plasta enorme, con fotos que no caían adecuadamente en el texto y, las más de las veces, equivocadas. Solución: ¡vuélvete coeditor! Esto es, pregunta quién va a editar tu trabajo y siéntate con él para que le platiques de qué se trata y le agarre sabor. Pero no todos los editores tienen el "feeling" para los reportajes o trabajos de investigación, o simplemente tienen el resabio de que alguna vez ellos quisieron hacer esos trabajos y no pudieron. ¡Por eso están en la mesa de redacción!
Y, ahora, a completar la faena. Si, como todo trabajo de investigación que se precie, va en la primera plana, elige con el jefe de redacción las fotografias, las gráficas y el texto a utilizar... Y pídele que te deje editar el pase.
¿Qué logré con esto? Que los trabajos expresaran lo que el reportero quería decir a sus lectores, pero también que gráficamente se viera bien. Pero, además, logré entender al editor y, creo, conseguí que los editores entendieran al reportero.
El día que lo hice, los dioses-lectores se sonrieron.
(Publicado en 1999 en el foro de Día 7 y en Periodistas de Guanajuato)

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