Un milenario encino se yergue, estoico, enmedio de las áridas tierras de la mixteca, tal vez como único símbolo visible de lo que alguna vez fue un valle florido. Años de explotación y sobrepastoreo de cabras convirtieron el vergel en piedras calizas y yacimientos de yeso y cal, y a sus pobladores en gente que apenas puede sobrevivir a su pobreza.
Este 2008, un campesino y activista ambiental originario de San Isidro Jaltepetongo, una población a 40 minutos de Nochixtlán y a 70 de Oaxaca, ha logrado que los ojos del mundo volteen a este lugar del que, hasta hace poco, nadie quería hablar.
Jesús León Santos creyó en su tierra y en su gente, en el trabajo comunitario y donde nadie creía posible que pudiera sembrarse, ellos lo hicieron. Ese esfuerzo le hizo merecedor, el 13 de abril, al Premio Ambiental Goldman.
El premio
Rara vez se rinde homenaje a los héroes del medio ambiente, pero cada día cobra más importancia el esfuerzo de estos ecologistas para la protección de los recursos naturales del mundo.
Richard N. Goldman y su esposa Rhoda (1924-1996), líderes cívicos y filántropos de San Francisco, establecieron en 1990 el Premio Ambiental Goldman, con el objetivo de honrar cada año a los héroes populares de la ecología en las seis regiones continentales habitadas del mundo: África, Asia, Europa, Islas y Naciones Isleñas, Norte, Centro y Suramérica.
El Premio rinde homenaje a quienes realizan una constante e importante labor para proteger y mejorar el ambiente natural, frecuentemente a riesgo de sus propias vidas. Cada galardonado recibe 150 mil dólares, el mayor premio concedido a ecologistas de base. Se considera dirigentes "de base" a las personas involucradas en campañas locales que logran obtener cambios positivos mediante la participación de la comunidad o la ciudadanía en los asuntos que afectan a su bienestar. El Premio busca inspirar a otras personas a actuar de forma extraordinaria para proteger el mundo natural.
Los ganadores
Los ganadores del Premio Goldman frecuentemente dedican sus esfuerzos a la protección de ecosistemas y especies en peligro; a combatir proyectos destructivos de desarrollo; a promover la sustentabilidad medioambiental; a influir en la elaboración de normas protectoras del medio ambiente, y a luchar por la justicia ecológica. El premio se ha otorgado a mujeres y hombres de aldeas remotas o barrios urbanos pobres que decidieron asumir grandes riesgos personales para proteger el medio ambiente.
El Premio Goldman amplifica las voces de estos líderes populares al ofrecerles:
* Reconocimiento internacional (mayor credibilidad)
* Visibilidad mundial a las causas que defienden
* Apoyo financiero de 150 mil dólares para que puedan seguir trabajando en la renovación y protección del medio ambiente
El premio se anuncia cada mes de abril para coincidir con el Día de la Tierra. Un jurado internacional selecciona a los ganadores, a partir de una lista confidencial de candidatos nombrados por organizaciones y personalidades ecologistas de todo el mundo.
Además del premio monetario, se entrega a cada galardonado una estatuilla de bronce que lleva el nombre de Ouroboros, una serpiente que muerde su propia cola, simbolizando la capacidad renovadora de la naturaleza.
Reconocimiento mexicano
En la región de la Mixteca, en Oaxaca, México, Jesús León Santos dirige un programa de renovación de tierras y desarrollo económico que se vale de técnicas agrícolas indígenas para transformar esta zona árida y sumamente erosionada en tierras de cultivo.
Con el Centro de Desarrollo Integral Campesino de la Mixteca (CEDICAM), una organización ecologista y democrática local dirigida por campesinos, León ha logrado unir a los campesinos de la zona y han sembrado más de un millón de árboles de variedades nativas, construido cientos de kilómetros de zanjas para la retención de agua y protección de los suelos contra la erosión, y adaptado técnicas tradicionales mixtecas para restaurar el ecosistema regional.
Sus esfuerzos se han visto recompensados con el reverdecimiento de laderas áridas, acuíferos recargados y la disminución de los altos índices de emigración, al ver las familias campesinas que pueden ganarse la vida en casa.
Cambio climático, agricultura industrial y migración
De acuerdo con los trabajos del Panel Intergubernamental de las Naciones Unidas para el Cambio Climático, los impactos del cambio climático como la erosión, las inundaciones, la desertificación y cambios en los patrones climáticos afectarán severamente a los campesinos y, en consecuencia, la oferta de alimentos a escala mundial.
En la región mixteca, en Oaxaca, uno de los estados más pobres de México, es evidente esta triste realidad. Según un estudio de la ONU, la región cuenta con uno de los índices más altos de erosión en el mundo, 83 por ciento de sus suelos, por lo que se consideran severamente erosionadas unas 500 mil hectáreas.
Los fracasos
Tras adoptar en los años 80 variedades de semillas de maíz que requirieron un uso intenso de productos químicos, los campesinos mixtecos vieron caer el rendimiento de sus cultivos y degradar sus suelos. Por otra parte, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y el maíz entregado por la Conasupo hicieron caer el precio del maíz, por lo que muchos agricultores se quedaron sin medios para adquirir los fertilizantes y pesticidas que requerían las nuevas variedades. Al degradarse los suelos fue cada vez más difícil mantener la agricultura de pequeña escala. La erosión, sumada a la caída de los precios internacionales del maíz, obligó a miles de oaxaqueños a abandonar la región.
Vuelta al paraíso
Pero mientras unos huían de las tierras malditas, un campesino indígena mixteco y cofundador del CEDICAM comenzó a participar en la organización de campañas de reforestación de la zona para disminuir los efectos de la erosión.
Viendo que cada vez más agricultores pedían árboles para sembrar en sus terrenos, CEDICAM decidió expandir su primer vivero, creando con el tiempo un sistema de viveros comunitarios. Más de veinte años de trabajo de base han beneficiado considerablemente a la región.
Ese campesino era Jesús León Santos.
Hoy, con su ayuda y la del CEDICAM, se siembran hasta 200 mil árboles por año. Los árboles evitan la erosión, facilitan la filtración de agua al subsuelo, capturan carbono, proporcionan zonas verdes, contribuyen con material orgánico para los suelos y proporcionan leña de combustión más limpia y sostenible para los habitantes que cocinan a fuego abierto.
CEDICAM educa a las comunidades sobre el uso sostenible de la leña, pero también en el uso de estufas ahorradoras de leña, lo que alivió el trabajo de las mujeres, quienes debían recorrer largas distancias para conseguir el combustible.
León trabajó con las comunidades para recuperar tradiciones prehispánicas, como el uso de barreras para impedir la erosión de las laderas. Ayudó a identificar antiguos sistemas de terrazas agrícolas en la región, gran parte en ruinas, así como colaboró con las comunidades en la reconstrucción de esas barreras con piedras sacadas de los campos de cultivo. Las resultantes áreas planas impiden la erosión y mejoran la producción agrícola.
León fue pionero en la construcción de zanjas de contorno, muros de retención y terrazas que capturan el agua de lluvia y previenen la erosión de las laderas. Se ha demostrado que cinco kilómetros de zanjas de contorno pueden capturar un millón 800 mil litros de agua después de una lluvia torrencial, recargando los acuíferos. Anteriormente, el 80 por ciento del agua de lluvia se escurría, causando erosión e impidiendo el reabastecimiento de los acuíferos.
Agricultura sostenible
Para promover la práctica de una agricultura sostenible, León inició un programa que ayuda a los campesinos en la conversión al uso de abonos verdes y de variedades de semillas nativas. Gracias a sus campañas educativas y sus esfuerzos por preservar este tipo de semillas, la región se convierte en una zona libre de organismos genéticamente modificados y de preservación de la diversidad de las semillas nativas.
León también inició un programa que estimula el consumo de alimentos locales y promueve una dieta indígena tradicional, para contrarrestar el influjo de alimentos procesados producto del libre comercio y de la migración.
Cuando muchos campesinos pensaban que lo moderno era usar abonos químicos y que serían vistos como ignorantes si regresaban a sus prácticas tradicionales, León les enseñó a valorarse, infundiendo de prestigio y orgullo la recuperación de la agricultura de pequeña escala con métodos indígenas tradicionales.
León y CEDICAM trabajan ahora con más de mil 500 campesinos en doce comunidades, quienes han sembrado un millón de árboles y reforestado más de mil hectáreas. Sus programas de agricultura sostenible han llevado a la conservación de unas dos mil hectáreas y han logrado proteger cinco mil hectáreas con terrazas y muros de piedra, aumentando en un 50 por ciento la producción agrícola y conseguido una mayor retención del agua y de la capa superior del suelo, redundando en beneficios ecológicos, sociales y económicos. El éxito de León ha despertado interés en otras regiones y países, por lo que ha compartido su experiencia en foros celebrados en México, Centroamérica y el Caribe, así como en varias universidades y foros en los Estados Unidos.
Los otros ganadores de este año son:
Pablo Fajardo Mendoza y Luis Yanza, de Ecuador: encabezan una de las batallas ecológicas más grandes de la historia contra el gigante petrolero Chevron, clamando justicia por la masiva contaminación petrolera de una extensa región de la Amazonia ecuatoriana.
Feliciano dos Santos, de Mozambique: con música tradicional, campañas de educación popular y tecnologías innovadoras que permiten llevar servicios sanitarios a los lugares más remotos de Mozambique, capacita a los pobladores rurales para participar en el desarrollo sostenible y emerger de la pobreza.
Rosa Hilda Ramos, de Puerto Rico: a la sombra de las fábricas contaminantes de Cataño, dirige un movimiento que lucha por brindar protección permanente a la Ciénaga Las Cucharillas, uno de los últimos espacios abiertos que quedan en la zona y uno de los ecosistemas de humedal más grandes de la región.
Marina Rikhvanova, de Rusia: Mientras Rusia expande sus intereses petroleros y nucleares, Rikhvanova trabaja por la protección del Lago Baikal de Siberia de la devastación ambiental causada por esas industrias. El Lago Baikal es una de las fuentes de agua dulce más importantes del mundo.
Ignace Schops, de Bélgica: Promoviendo la colaboración conjunta entre la industria privada, gobiernos regionales y personas locales interesadas para recaudar más de 90 millones de dólares, Schops encabezó la campaña que culminó en el establecimiento del primer y único parque nacional de Bélgica y la protección de uno de los espacios verdes más extensos del país.
Este 2008, un campesino y activista ambiental originario de San Isidro Jaltepetongo, una población a 40 minutos de Nochixtlán y a 70 de Oaxaca, ha logrado que los ojos del mundo volteen a este lugar del que, hasta hace poco, nadie quería hablar.
Jesús León Santos creyó en su tierra y en su gente, en el trabajo comunitario y donde nadie creía posible que pudiera sembrarse, ellos lo hicieron. Ese esfuerzo le hizo merecedor, el 13 de abril, al Premio Ambiental Goldman.
El premio
Rara vez se rinde homenaje a los héroes del medio ambiente, pero cada día cobra más importancia el esfuerzo de estos ecologistas para la protección de los recursos naturales del mundo.
Richard N. Goldman y su esposa Rhoda (1924-1996), líderes cívicos y filántropos de San Francisco, establecieron en 1990 el Premio Ambiental Goldman, con el objetivo de honrar cada año a los héroes populares de la ecología en las seis regiones continentales habitadas del mundo: África, Asia, Europa, Islas y Naciones Isleñas, Norte, Centro y Suramérica.
El Premio rinde homenaje a quienes realizan una constante e importante labor para proteger y mejorar el ambiente natural, frecuentemente a riesgo de sus propias vidas. Cada galardonado recibe 150 mil dólares, el mayor premio concedido a ecologistas de base. Se considera dirigentes "de base" a las personas involucradas en campañas locales que logran obtener cambios positivos mediante la participación de la comunidad o la ciudadanía en los asuntos que afectan a su bienestar. El Premio busca inspirar a otras personas a actuar de forma extraordinaria para proteger el mundo natural.
Los ganadores
Los ganadores del Premio Goldman frecuentemente dedican sus esfuerzos a la protección de ecosistemas y especies en peligro; a combatir proyectos destructivos de desarrollo; a promover la sustentabilidad medioambiental; a influir en la elaboración de normas protectoras del medio ambiente, y a luchar por la justicia ecológica. El premio se ha otorgado a mujeres y hombres de aldeas remotas o barrios urbanos pobres que decidieron asumir grandes riesgos personales para proteger el medio ambiente.
El Premio Goldman amplifica las voces de estos líderes populares al ofrecerles:
* Reconocimiento internacional (mayor credibilidad)
* Visibilidad mundial a las causas que defienden
* Apoyo financiero de 150 mil dólares para que puedan seguir trabajando en la renovación y protección del medio ambiente
El premio se anuncia cada mes de abril para coincidir con el Día de la Tierra. Un jurado internacional selecciona a los ganadores, a partir de una lista confidencial de candidatos nombrados por organizaciones y personalidades ecologistas de todo el mundo.
Además del premio monetario, se entrega a cada galardonado una estatuilla de bronce que lleva el nombre de Ouroboros, una serpiente que muerde su propia cola, simbolizando la capacidad renovadora de la naturaleza.
Reconocimiento mexicano
En la región de la Mixteca, en Oaxaca, México, Jesús León Santos dirige un programa de renovación de tierras y desarrollo económico que se vale de técnicas agrícolas indígenas para transformar esta zona árida y sumamente erosionada en tierras de cultivo.
Con el Centro de Desarrollo Integral Campesino de la Mixteca (CEDICAM), una organización ecologista y democrática local dirigida por campesinos, León ha logrado unir a los campesinos de la zona y han sembrado más de un millón de árboles de variedades nativas, construido cientos de kilómetros de zanjas para la retención de agua y protección de los suelos contra la erosión, y adaptado técnicas tradicionales mixtecas para restaurar el ecosistema regional.
Sus esfuerzos se han visto recompensados con el reverdecimiento de laderas áridas, acuíferos recargados y la disminución de los altos índices de emigración, al ver las familias campesinas que pueden ganarse la vida en casa.
Cambio climático, agricultura industrial y migración
De acuerdo con los trabajos del Panel Intergubernamental de las Naciones Unidas para el Cambio Climático, los impactos del cambio climático como la erosión, las inundaciones, la desertificación y cambios en los patrones climáticos afectarán severamente a los campesinos y, en consecuencia, la oferta de alimentos a escala mundial.
En la región mixteca, en Oaxaca, uno de los estados más pobres de México, es evidente esta triste realidad. Según un estudio de la ONU, la región cuenta con uno de los índices más altos de erosión en el mundo, 83 por ciento de sus suelos, por lo que se consideran severamente erosionadas unas 500 mil hectáreas.
Los fracasos
Tras adoptar en los años 80 variedades de semillas de maíz que requirieron un uso intenso de productos químicos, los campesinos mixtecos vieron caer el rendimiento de sus cultivos y degradar sus suelos. Por otra parte, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y el maíz entregado por la Conasupo hicieron caer el precio del maíz, por lo que muchos agricultores se quedaron sin medios para adquirir los fertilizantes y pesticidas que requerían las nuevas variedades. Al degradarse los suelos fue cada vez más difícil mantener la agricultura de pequeña escala. La erosión, sumada a la caída de los precios internacionales del maíz, obligó a miles de oaxaqueños a abandonar la región.
Vuelta al paraíso
Pero mientras unos huían de las tierras malditas, un campesino indígena mixteco y cofundador del CEDICAM comenzó a participar en la organización de campañas de reforestación de la zona para disminuir los efectos de la erosión.
Viendo que cada vez más agricultores pedían árboles para sembrar en sus terrenos, CEDICAM decidió expandir su primer vivero, creando con el tiempo un sistema de viveros comunitarios. Más de veinte años de trabajo de base han beneficiado considerablemente a la región.
Ese campesino era Jesús León Santos.
Hoy, con su ayuda y la del CEDICAM, se siembran hasta 200 mil árboles por año. Los árboles evitan la erosión, facilitan la filtración de agua al subsuelo, capturan carbono, proporcionan zonas verdes, contribuyen con material orgánico para los suelos y proporcionan leña de combustión más limpia y sostenible para los habitantes que cocinan a fuego abierto.
CEDICAM educa a las comunidades sobre el uso sostenible de la leña, pero también en el uso de estufas ahorradoras de leña, lo que alivió el trabajo de las mujeres, quienes debían recorrer largas distancias para conseguir el combustible.
León trabajó con las comunidades para recuperar tradiciones prehispánicas, como el uso de barreras para impedir la erosión de las laderas. Ayudó a identificar antiguos sistemas de terrazas agrícolas en la región, gran parte en ruinas, así como colaboró con las comunidades en la reconstrucción de esas barreras con piedras sacadas de los campos de cultivo. Las resultantes áreas planas impiden la erosión y mejoran la producción agrícola.
León fue pionero en la construcción de zanjas de contorno, muros de retención y terrazas que capturan el agua de lluvia y previenen la erosión de las laderas. Se ha demostrado que cinco kilómetros de zanjas de contorno pueden capturar un millón 800 mil litros de agua después de una lluvia torrencial, recargando los acuíferos. Anteriormente, el 80 por ciento del agua de lluvia se escurría, causando erosión e impidiendo el reabastecimiento de los acuíferos.
Agricultura sostenible
Para promover la práctica de una agricultura sostenible, León inició un programa que ayuda a los campesinos en la conversión al uso de abonos verdes y de variedades de semillas nativas. Gracias a sus campañas educativas y sus esfuerzos por preservar este tipo de semillas, la región se convierte en una zona libre de organismos genéticamente modificados y de preservación de la diversidad de las semillas nativas.
León también inició un programa que estimula el consumo de alimentos locales y promueve una dieta indígena tradicional, para contrarrestar el influjo de alimentos procesados producto del libre comercio y de la migración.
Cuando muchos campesinos pensaban que lo moderno era usar abonos químicos y que serían vistos como ignorantes si regresaban a sus prácticas tradicionales, León les enseñó a valorarse, infundiendo de prestigio y orgullo la recuperación de la agricultura de pequeña escala con métodos indígenas tradicionales.
León y CEDICAM trabajan ahora con más de mil 500 campesinos en doce comunidades, quienes han sembrado un millón de árboles y reforestado más de mil hectáreas. Sus programas de agricultura sostenible han llevado a la conservación de unas dos mil hectáreas y han logrado proteger cinco mil hectáreas con terrazas y muros de piedra, aumentando en un 50 por ciento la producción agrícola y conseguido una mayor retención del agua y de la capa superior del suelo, redundando en beneficios ecológicos, sociales y económicos. El éxito de León ha despertado interés en otras regiones y países, por lo que ha compartido su experiencia en foros celebrados en México, Centroamérica y el Caribe, así como en varias universidades y foros en los Estados Unidos.
Los otros ganadores de este año son:
Pablo Fajardo Mendoza y Luis Yanza, de Ecuador: encabezan una de las batallas ecológicas más grandes de la historia contra el gigante petrolero Chevron, clamando justicia por la masiva contaminación petrolera de una extensa región de la Amazonia ecuatoriana.
Feliciano dos Santos, de Mozambique: con música tradicional, campañas de educación popular y tecnologías innovadoras que permiten llevar servicios sanitarios a los lugares más remotos de Mozambique, capacita a los pobladores rurales para participar en el desarrollo sostenible y emerger de la pobreza.
Rosa Hilda Ramos, de Puerto Rico: a la sombra de las fábricas contaminantes de Cataño, dirige un movimiento que lucha por brindar protección permanente a la Ciénaga Las Cucharillas, uno de los últimos espacios abiertos que quedan en la zona y uno de los ecosistemas de humedal más grandes de la región.
Marina Rikhvanova, de Rusia: Mientras Rusia expande sus intereses petroleros y nucleares, Rikhvanova trabaja por la protección del Lago Baikal de Siberia de la devastación ambiental causada por esas industrias. El Lago Baikal es una de las fuentes de agua dulce más importantes del mundo.
Ignace Schops, de Bélgica: Promoviendo la colaboración conjunta entre la industria privada, gobiernos regionales y personas locales interesadas para recaudar más de 90 millones de dólares, Schops encabezó la campaña que culminó en el establecimiento del primer y único parque nacional de Bélgica y la protección de uno de los espacios verdes más extensos del país.
Comentarios
Felicitaciones por la iniciativa de reforestación...un ejemplo digno de ser imitado.
Cristina
salud. Y Viva méxico
rosa