Cien millones de víctimas potenciales en la región andina

Los países de la región andina –Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú- no sólo son altamente vulnerables a los efectos del cambio climático, sino que son depositarios del 24 por ciento de los bosques existentes en Sudamérica, del 25 por ciento de la diversidad global y del 95 por ciento de los páramos y de los glaciares tropicales; en ellos habitan cien millones de personas, víctimas actuales y potenciales, pero no responsables, del cambio climático.
El ministro de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial de Colombia, Juan Lozano Ramírez, afirmó lo anterior al intervenir, en representación de su país y de la comunidad andina, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se realiza en Bali, Indonesia.
“El mundo entero, mencionó, aguarda respuestas claras, consensos amplios, acuerdos reales, decisiones drásticas, para contener este camino delirante que transita la especie humana hacia su propia destrucción”.
Advirtió que los países industrializados tienen un mayor grado de responsabilidad para enfrentar el cambio climático y para asistir a los países en desarrollo que tendrán que asumir las consecuencias más severas por su alta vulnerabilidad, con efectos particularmente devastadores sobre los más pobres.
Ya estamos sufriendo los efectos del cambio climático con graves consecuencias sociales, económicas y ambientales, a pesar de que nuestra contribución a las emisiones de gases de efecto invernadero es inferior al uno por ciento de las globales. Por eso la adaptación el cambio climático es cuestión de supervivencia y de equidad, de justicia global, y se convierte en un asunto de ética planetaria.
Consideró indispensable que el periodo posterior a 2012 contemple un programa mundial de adaptación, con los recursos sustanciales de financiamiento que faciliten la transferencia de tecnologías y que fortalezcan las capacidades endógenas. EL régimen post-2012 debe ser más equitativo y justo que el actual.
Otro componente que apuntó son los incentivos financieros, los cuales pidió que sean preferiblemente a través de mecanismos de mercado, para evitar la deforestación en los países en desarrollo. Para detener la destrucción de los bosques, es primordial reconocer los esfuerzos que hacen los países latinoamericanos y las naciones en vías de desarrollo, ya que muchas veces, como en Colombia, reducir la tasa de deforestación implica enfrentar la pobreza y el hambre, pero también a las mafias madereras.

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